+ “Somos simples servidores” (Lc 17,10)
Queridos hermanos y hermanas:
Con las últimas luces de este día donde se ha hecho público que el Santo Padre Francisco me ha designado Obispo de la Nueva Orán quiero saludarlos haciendo mías las palabras del Apóstol: “Doy gracias a Dios sin cesar por ustedes, a causa de la gracia de Dios que les ha sido otorgada en Cristo Jesús, pues en él han sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento, en la medida en que se ha consolidado entre ustedes el testimonio de Cristo” (1Co 1,4-6).
Les agradezco todos los saludos y brazos fraternos que me han tendido a la distancia y
que fueron llegando a lo largo de este día intenso. Me siento muy pequeño frente a este
nuevo llamado del Señor, pero feliz y esperanzado, sobre todo porque una vez más el
buen Jesús me regala nuevos hermanos para seguir caminando.
La noticia se sintió fuerte especialmente en mi familia, mis amigos y en las dos comunidades parroquiales que me fueron confiadas desde hace varios años: San Francisco de Asís y Nuestra Señora del Puente en Berazategui. Particularmente en las parroquias la sensación que percibo es una mezcla de alegría y emoción pero también un dejo de nostalgia por los años compartidos y el desafío de un cambio frente a mi próxima partida.
Sé que voy a extrañar a esta Diócesis de Quilmes que amo entrañablemente, y en particular las comunidades a las que he servido en estos años y que definitivamente forman parte de mi vida sacerdotal, de mis afectos, de lo aprendido y de lo que he fallado. Así es el sacerdocio, un camino apasionante para seguir a Cristo sabiendo que nada es propio, que todo es don de Dios, que a El pertenecemos y que sólo en El tenemos vida.
Como discípulo misionero acepté libre y esperanzadamente, en la obediencia de la fe, lo
que el Papa Francisco ha decidido. Por eso quiero insertarme en la Iglesia particular que
se me confía como pastor asumiendo el camino recorrido por ustedes, y que está muy
bien plasmado en los objetivos y los grandes causes pastorales del Plan Diocesano de
Pastoral; el mundo juvenil, la pastoral familiar, la pastoral social y del medio ambiente, la pastoral aborigen y la pastoral vocacional.
Como bien ha señalado el querido Beato Juan Pablo II: “La comunión eclesial vivida
llevará al Obispo a un estilo pastoral cada vez más abierto a la colaboración de todos”
(Pastores gregis 44). Con esto sencillamente quiero decirles que son ustedes, la comunidad diocesana, quienes me harán conocer, descubrir, amar y asumir como propias las riquezas de la vida pastoral que el Señor ha suscitado en la Diócesis de la Nueva Orán, donde cada uno desde su carisma particular ha contribuido para conformar la identidad de esta porción del Pueblo de Dios.
La vida eclesial no empieza ni termina con un cambio de obispo. Más bien va transitando caminos buscando hacer presente en todo momento a Jesucristo, el Señor de la historia. Y en mi caso particular tengo mucho que agradecer por la entrega y lucidez.
De los obispos que me han precedido, particularmente a mi hermano y amigo el Padre
Obispo Marcelo Colombo, por haber sabido interpretar los signos de los tiempos a la luz
del Evangelio, escuchando y aprendiendo del sentir de la gente para poder orientar y
animar la vida eclesial de la Nueva Orán, tan rica en tradiciones y costumbres, tan
desafiante en los objetivos propuestos, tan pujante y entregada especialmente al servicio
de los pobres y los más débiles.
Por eso quiero expresarles, abriéndoles mi corazón, que yo tengo que aprender a ser
obispo, y sólo lo puedo hacer – como lo expresa San Agustín - con ustedes, mis
hermanos y hermanas en Cristo, a fin de ser para ustedes el obispo que merecen y
esperan.
Elegí como lema episcopal una frase del Evangelio con la que me identifico porque así
he querido vivir mi vida presbiteral, y así quiero entregarme como padre y pastor en esta
etapa que se inicia: “somos simples servidores” (Lc 17,10). En el contexto del relato
evangélico se expresa la enseñanza concreta de Jesús a los discípulos para servir con
humildad, sin apetecer grandezas y ocupando el último lugar.
Comprendo que les resulte difícil despedirse del Padre Obispo Marcelo. Como lo
conozco bien puedo dar testimonio con ustedes de que es un pastor según el corazón de
Dios, y sé que ha dado lo mejor de sí para apacentarlos y cuidarlos. También sé que este
paso por la Nueva Orán ha dejado en él huellas profundas que lo marcarán para toda su
vida con el sello imborrable del cariño sincero que el Santo Pueblo de Dios sabe
prodigar en la fe a los buenos pastores. Por eso creo que lo mejor que podemos regalarle
es sostenerlo con nuestra oración diaria, especialmente en la Eucaristía, uniéndonos a
los hermanos de la Diócesis de La Rioja que también lo esperan con alegría y esperanza.
Hermanos y hermanas, desde que supe hace algunos días atrás que el Santo Padre
Francisco me eligió para ser su nuevo pastor empecé a quererlos y a rezar por todos
ustedes; por los sacerdotes, los diáconos, los jóvenes seminaristas que son toda una
promesa, la vida religiosa que con la riqueza de carismas fortalece la vida eclesial, los
laicos comprometidos, las comunidades parroquiales, las comunidades aborígenes, los
movimientos e instituciones, los colegios, y todos los hombres y mujeres de buena
voluntad que conforman ese hermoso rincón de Salta hacia donde ya he partido como
un peregrino más.
En los próximos días les haré saber la fecha de mi ordenación episcopal e inicio del
ministerio pastoral. Sólo les pido que me hagan un lugarcito en su corazón y recen por
mí. Yo lo hago por todos, especialmente por quienes hoy sufren cualquier situación de
dolor en sus vidas, rogando al Señor que los bendiga y fortalezca.
Gracias por recibirme como uno de ustedes!! Que la Virgen del Carmen bella, Madre
del Salvador, y San Ramón Nonato los cuiden y protejan para caminar seguros hacia el
encuentro con Jesús.
P. Gustavo Oscar Zanchetta, obispo electo de la Nueva Orán.
Berazategui, 23 de julio de 2013.
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